sábado, 25 de abril de 2009

Siempre a medias

sábado, 25 de abril de 2009
Erase una vez una mujer sensualmente paradójica, con un cuerpo a medias voluptuoso, a medias dejado. Sus labios tan sensuales daban ganas de medio devorarlos, medio acariciarlos; ¿quién no moría por ese quiebre de cadera, siempre y cuando no fuese demasiado exquisito? ¿quién no anhelaba una mirada de ese ojo cubierto por su lentilla, de intensidad innombrable? Utilizaba medias de un color negro tenue que dejaban ver el erotismo de sus piernas. Unas medias solamente disponibles en las tiendas más selectas de la ciudad. Podría costearse medias de singulares tejidos de la misma Persia si lo desease, pero se conformaba con el exotismo de las tiendas multiprecio, con mercancía de la lejana China. La solución óptima no es siempre la perfecta.

Hablando de MEDIAS…

Dejar a medias. O mejor dicho, el arte de dejar las cosas a medias. Y no me refiero a dejar a alguien con los bóxers bajados y algo tieso –no os lo recomiendo, tarde o temprano te pasarán factura por ello–, sino a otras situaciones más juveniles. Dejar un libro a medias, por ejemplo Los Pilares de la Tierra (típico). Es graciosa la respuesta que luego das cuando te dicen y te preguntan: “– ¿Si? ¿Te gusta leer? ¿Cuál es el último libro que has leído? – Los Pilares de la Tierra, pero no me terminó, eh?”. Si con un capítulo se considera que has leído un libro, ¿si escribo en este blog significa que soy un reconocido autor? (no me ha salido un paralelismo retórico y circunstancial mejor, lo siento).

[Párrafo suprimido. Razón: reclamación interpuesta por la persona a la que hacía referencia]

Y que me vais a decir de las cosas que simplemente están en medio. Podría poner muchos ejemplos. Uno a veces se siente que está en medio, allí estorbando. Que se jodan. Los tupperwares en la cocina, sin ir más lejos para no cansarme demasiado, están por todas partes, como los mismísimos dioses. O como el amor, “love is around the world”. Luego hay los objetos que están siempre en medio pero que su amo nunca los encuentra: el tabaco, el mechero, el teléfono móvil, el inalámbrico, el bono metro. Se sabe que habitan en nuestra casa pero ¿por qué nunca están cuando los necesitas? Es como determinadas personas, que están para unas cosas y luego para otras son unos fantasmas, en el sentido literal (¿dónde están?) y figurado (gilipollas…). Incluso hay objetos (en realidad también personas, pero dejemos de lado el aspecto humano) que hacen su aparición transcurridas varias semanas desde su extravío. ¿Os acordáis, queridos compañeros de piso, de esas deliciosas y sabrosas pechugas de pollo sobrantes de unosde nuestros banquetes? Estaban en el fondo de la nevera, escondidas en las profundidades de la maleza lujuriante, en la sombra de los tupperwares de Im.

Luego puedes ir a medias. ¿No dicen eso de desafortunado en amores, afortunado en el juego? Visto lo visto… entre la crisis y la estabilidad emocional que se palpa (mmm palpar…) en el ambiente, lo mejor es no ir a medias con nadie (excepto conmigo, si ganáis algo) ni con la 11 (ONCE para los que les gusta la literatura), ni con La Primitiva, ni con La Quiniela, ni con Daniela. ¿Quién es Daniela? La verdad es que no lo sé.

Hay cosas que funcionan a medias. No es mi caso, funciono al 100%, para todo el mundo que se lo esté preguntando es este preciso instante. Me refiero más a objetos que a personas, aunque tengo que confesar que me he encontrado con gente que precisamente funcionar… no funcionan demasiado. La tecla enter, sin olvidarnos la del número 4. El lavavajillas, si lo desenchufas. No os preocupéis chatos, en esta vida todo tiene solución. Teclado auxiliar. Retirada del lavavajillas + retirar restos de vida inhumana y avistar el enchufe + enchufar de nuevo el lavavajillas. No hay que ahogarse en un bol de arroz caldoso.

Uno se queda a veces a medias en su vaso de vino, a medias con su pan. Se queda con sed. Aboga su deseo de vino con una pequeña botella de Agua Primavera, coincidiendo que estamos en esa estación. ¿Pero qué me decís del hambre por falta de pan? Eso es lo peor. No puedes conformarte con unas simples galletas Hacendado, necesitas una buena barra de pan. Y no cualquier barra de pan, ¡di no a los baguette! Tan largos y finos… no vaya a ser que alguien te saque un ojo sin querer o queriendo. Y así, aún con sed y con hambre, mucha hambre, sueles resignarte: “siempre nos quedará París”. ¿Cómo? Vamos a dejar las ciudades donde están... ¿Es que no os habéis fijado lo caros que están los billetes de avión? ¿Os creéis que podemos costearnos ahora mismo un viaje a tierras francesas? Qué no me toquen los cojones.

Y ahora, para terminar, unos cuantos briconsejos:

- Piensa solo a medias, no vaya a ser que te tomes las cosas demasiado en serio.
- Cuando te emborraches que solo sea a medias que luego haces cosas de las que arrepentirte… o no.
- Si en la vida todo es agridulce, como la salsa de los chinos, tomarlo todo a medias es lo justo.

Ni a medias ni a tres cuartos. No olvides nunca que a medias riendas trotan los caballos.

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