La vida... es como una caja de bombones. Un regalo barato, anodino y superficial que nadie desea que le regalen. Si decides devolverlo solo pueden darte a cambio otra caja de bombones u otra cosa peor. Te ves atrapado con esas porquerías rellenas de menta que engulles cuando no tienes otra cosa que comer. Bueno, de vez en cuando encuentras alguno relleno de praliné o de toffe, pero se agotan pronto y su sabor es efímero. Al final sólo tienes bombones mordisqueados de nueces que te destrozan la dentadura si tu desesperación te lleva a comerte esos también. Y te quedas con una caja vacía repleta de inútiles envoltorios de papel de estraza. La vida misma.
Antes de comer un pescado al horno
Hace 15 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario